Thursday, July 19, 2007

Dani Umpi en La Trastienda : la redundancia no es graciosa

El disco de Dani Umpi me gustó mucho. Salvo algunas canciones, es super hitero. Dan ganas de escucharlo por la calle, de cantarlo, de bailarlo. La última novela me pareció divertida.

El show en Harrods de guitarra, covers y cortada de lechuga fué genial. ¿Por qué no esperar algo bueno de la presentación del disco en La Trastienda?.

Se me ocurre que una respuesta a esa pregunta es "porque los artistas siempre la cagan". O "porque siempre la cagan cuando uno espera algo de ellos, son mucho mejores cuando uno se TROPIEZA con ellos, que cuando se va a su encuentro".

Desde el vamos, salieron dos chicas disfrazadísimas, con un fetiche moreno y un fetiche Laptopero. Hicieron algo que nunca fue gracioso: lo grotesco. Ni siquiera Pink Flamingo era tan graciosa como Cecil B Demented.

Chistes sacados del peor Capussotto "el es Gary Coleman, gracias Gary" (y el fetiche moreno , vestido de naranaja, tiraba burbujas de detergente). Pasan dos videos en una pantalla que luego va a estar todo el tiempo tirando screen shots de Fotologs. El medio es el mensaje.





Sale Dani Umpi envuelto en papel. Lo traen dos seres inaguantables, que harán de bailarines, arengadores, chongos, oligofrenicos, niños, y un pesadísimo etcétera. Dicen cosas como "Dani Umpi is in da house". De verdad.

Hay un corillo de chicas (las Calefons) que en un momento son protagonistas haciendo una cumbia que habla de Villa Freud. Nada (NADA) graciosa. Suben invitados que curiosamente no sobrepasan el metro cincuenta : Maria Fernanda Callejón en plan Miami 80 a cantar Desesperada. Isol ("estaba en Entre Rios pero ya no", dice umpi). Y Dargelos, que termina haciendo lo mejor de la noche: el cover del tema de Leo Dan (popularizado en esta generacion por Nestor en Bloque)que dice lo de la cinta en tu cabello y la flor en tu ventana.

¿Qué es lo que se pierde?. La sutileza. ¿Y qué es la sutileza? es la idea de que existe un publico capaz de procesar información, de completarla, de compararla. En el show de Umpi, todo se daba masticadísimo y sobreactuado (actuado dos, tres, cuatro veces!), ahogando cualquier posibilidad de que el publico haga otra lectura. Los asistentes se sientan, saltan, hacen palmas o cantan a la orden de la multitud que está arriba del escenario. No hay CHANCES de vivir el espectáculo por fuera de las reglas que impone el artista. Y las reglas que impone el artista son aburridas, de tan forozosamente divertidas que pretenden ser.

Es curioso, porque tanto la novela, como el disco van por otros caminos. No hay en ellos una exigencia de disfrute en una sola forma.

Alguien me dice en un momento que el escenario parece el Show de Xuxa. Lo infantil pareciera presentarse con tanta mimesis, con tanto grito, con tanta empatía oligoinfantil ("1-2-3- somos amigas.... 1-2-3? SOMOS AMIGAS!"). Y no estaría nada mal que fuese infantil, pero no es la infancia lo que se rescata, sino la inmadurez, la negación a crecer en cuerpos ya irremediablemnte crecidos. Y la negación hace torpe el discurso, lo encapricha, vacío de significación.

Hacia el final del show, se puede apreciar claramente la diferencia entre la EUFORIA, una exaltación patológica y la ALEGRIA, un estado de ánimo apacible. Pura euforia entonces en el final, con los chongos-pesados cantando "Esta es la barra antifascista... se mueve para acá, se mueve para allá". Antifascista???. Una curiosidad viniendo de un espacio donde se impuso un disfrute único, donde el otro es anulado desde el narcisismo primario.